FILE - A partially damaged poster of Spanish Prime Minister and Socialist Party candidate Pedro Sanchez flaps in Parla, outskirts Madrid, Spain, April 26, 2019. Spanish Prime Minister Pedro Sánchez says that he will consider resigning after what he calls “spurious” corruption allegations against his wife led to a judicial investigation being opened on April 24, 2024. Sánchez said in a letter posted on his X account that while the allegations against his wife Begoña Gómez are false, he is canceling his public agenda until Monday when he announce whether he will continue or step down. (AP Photo/Bernat Armangue, File)
Pedro Sanchez)
Bernat Armangue

Luis Mateo Díez insistió hace unos días, al recibir el premio Cervantes, en que vivimos en un exceso de realidad y de actualidad. Es una idea reiterada y cabal en un escritor que trabaja con la ficción y también un diagnóstico sugerente para cualquiera. 

Hay que reconocer que hoy buena parte de esa actualidad está focalizada –no podría ser de otra manera– en Pedro Sánchez. Y uno diría que el presidente del Gobierno está encantado con esa circunstancia. Poco antes de su ‘Manual de resistencia’ y de llegar al poder, el filósofo Josep Maria Esquirol publicó ‘La resistencia íntima’, Premio Nacional de Ensayo en 2016, en el que se dice que "el resistente intenta no ceder a la actualidad". En algunos pasajes se sigue fácilmente el rastro de Sánchez. "El resistente –escribe Esquirol– sabe que su acción no es absurda ni estéril; confía en su fecundidad a pesar de que ignora cuándo y cómo germinará".

Sánchez atribuye ahora a su propia caricatura un apego al poder que, sorprendentemente, asegura no tener. Esa caricatura no ha de ser otra cosa que una obra maléfica de la fachosfera. Él es un hombre audaz y enamorado que se ve en la tesitura primaveral de deshojar no la margarita, que está a otros quehaceres, sino la begoña. Sí, no, sí, no... ¿qué hacer? Ciertamente, la escena es más propia de un adolescente narcisista que de un jefe de Gobierno cincuentón, arrastrado hacia la táctica de la victimización en la lógica de su creciente identificación con nacionalismos y movimientos secesionistas.

La pregunta, asumido que conoce de sobras la decisión que comunicará mañana, es qué busca Sánchez con este paréntesis: ¿la adhesión entusiasta? ¿el temor de sus socios ante su marcha? ¿abundar en el señalamiento del contubernio fachosférico? ¿sondear un sustituto? ¿asegurarse en la UE un puesto de máximo nivel? No es fácil de prever. La resistencia tiende a ser más reservada que llamativa, escribe Esquirol, "salvo que llamar la atención sea el medio idóneo para alguna forma de acción estratégica". Y aquí acaban las semejanzas con Sánchez porque el filósofo vincula resistencia a modestia y generosidad. "Narciso –dice– no es un resistente". 

(Puede consultar aquí todos los artículos escritos por Alejandro E. Orús en HERALDO)

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