LITERATURA. OCIO Y CULTURA

El XI Festival Aragón Negro ofrece al público y a sus premiados una fiesta sonora de fantasía

Los galardonados Lorenzo Silva, Marta Fernández y Victoria González vivieron una emotiva noche en el Teatro Principal donde se valoró el talento joven

Los premiados de anoche: Victoria González, Lorenzo Silva y Marta Fernández.
Los premiados de anoche: Victoria González, Lorenzo Silva y Marta Fernández.
Guillermo Mestre.

ZARAGOZA. La consejera de Interior Presidencia y Cultura, Tomasa Hernández, subió al escenario del Teatro de Principal donde se celebraba con emoción, osadía y talento la Gala-show de XI Festival Negro de Aragón, que dirigen Juan Bolea y Juana Catalán, y le dijo a Lorenzo Silva: «Te mereces el Premio de Honor del FAN por muchas razones», sobre todo por su honestidad y la conquista incesante de lectores, y luego se dirigió a Bolea: «Os ha quedado una noche divina. Se ve que lleváis diez años ensayando».

Quizá más allá de la cortesía y de las buenas palabras, Tomasa Hernández elogiaba lo mucho que había visto y la apuesta por la los jóvenes, que parecen formarse en esa suerte «de factoría» que es y quiere ser el FAN, tal como reiteró Bolea. La otra consejera, ahora del Ayuntamiento de Zaragoza, Sara Fernández, deslizó una confesión: «Yo soy fan del FAN». No parecía ni una broma ni un chiste fácil. Y les recordó a Bolea y Catalán que Aragón tiene 731 pueblos y que la gran tarea es pasar de los 34 lugares donde sucede el FAN a la totalidad. Risas.

Lorenzo Silva, poco antes de la clausura, recibió el máximo galardón y conversó con Juan Bolea. Señaló tres cosas que le conmovían especialmente: el propio FAN y toda la gente joven que lo pone en marcha y que incendió la noche de talento –cine, música, danza, teatro, los DJs, fotografía, la de Miguel Sebastián…–; expresó su emoción por compartir el galardón con Marta Fernández, autora de ‘La mentira’, y con Victoria González Torralba, autora de ‘Buenos tiempos’. Su tercer agradecimiento fue por la buena acogida que ha tenido en Aragón por los lectores, a los que atribuyó tres cualidades: «Calidez, cordialidad y generosidad. Tres cualidades que he percibido allá por donde he ido», subrayó.

Personajes y una tía peculiar

Lorenzo Silva, desde el habitual ‘chaiselongue’ de la gala, explicó su literatura, contó el origen de sus investigadores, guardias civiles, Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro, y de cómo se remontaron a un hecho real: vio una discusión en Mallorca entre dos mujeres alemanas. Dijo que si Bevilacqua era incorruptible ahora «es porque en algún momento no lo fue, estuvo al margen de la ley» y recordó que con el paso del tiempo comprobó que «la deshonestidad es poco inteligente». Animado por Bolea, evocó algunos maestros, españoles y extranjeros, desde Chandler a García Pavón o Vázquez Montalbán, y dijo que no le importaría estar en esa lista de grandes autores españoles como Sender, Barea, Delibes, Chaves Nogales, y yendo hacia atrás no le importaría llegar hasta Galdós, Pardo Bazán y, por fin, hasta Cervantes, que sabía mucho del ‘true crime’ como se ve en el episodio de los galeotes.

Victoria González Torralba, hija de Francisco González Ledesma (el hombre que escribió 1.400 novelas con el seudónimo de Silver Kane), se mostró muy agradecida por el galardón, que lleva el nombre de un gran personaje como Paco Camarasa, ya finado, librero, teórico del género y un gran agente cultural. Confesó que le honraba especialmente recibir el galardón a la mejor novela negra del año en Zaragoza porque aquí contaban con parientes, en concreto una tía abuela que era la propietaria de un tienda frente al Gran Hotel que le inspira un personaje de ‘Buenos tiempos’.

Pura creatividad de las artes

Marta Fernández, que ha compaginado el periodismo con la literatura y la difusión de grandes novelas norteamericanas, dijo que se «subía temblando al escenario». Confesó que estaba especialmente emocionada por saberse, como alude su distinción por ‘La mentira’, «una de las vuestras», elogió a los lectores que se había ido encontrando por aquí y por allá, y dejó una hermosa idea en el ambiente: dijo que entendía que «un libro es la distancia más corta que existe entre el escritor y el lector».

Hubo mucho más. Fue la gran noche del DJ Erik Romero, que hizo en cierto modo de hilo conductor; hubo dos piezas de danza contemporánea, a cargo de Resis Dance y de Vogue, se proyectó un corto de tres minutos de Íñigo Rubio, ‘Sin fallos’, una pieza perturbadora y con un final inesperado. Se hilvanó un asesinato, con enigma (un trozo de cabello), para dar entrada a los trabajos y los días de los forenses. Isabel Navarro, una especialista afable de Citogen, recordó cómo se trabaja y dijo que en «en España somos punteros» en este campo y aludió específicamente a la Universidad de Santiago de Compostela. El DJ Kevin Checa, con su música tan elaborada, anticipó a una de las estrellas jóvenes de la noche, Joel Gómez, con su guitarra, que tendría una nueva actuación, ahora con María Petruzella. Fue un instante absolutamente mágico: una deliciosa mezcla de talento, perfección y emoción que desencadenó una auténtica oleada de aplausos.

Marta Fernández dijo que se «subía temblando al escenario». Confesó que estaba especialmente emocionada por saberse, como alude su distinción por ‘La mentira’, «una de las vuestras», elogió a los lectores que se había ido encontrando por aquí y por allá

Hubo tantas cosas en la propuesta del FAN que dos jóvenes –Claudia Echániz y David Aldica– leyeron un manifiesto por la paz, elaborado por ellos. Y recordaron, entre otras cosas, que aunque parece que solo hay dos guerras, hay 56 conflictos armados en el mundo y algunos con varias décadas a su espalda como Pakistán y la India. De fondo, todo el tiempo, en la Gala-Show estuvo el equipo de Infinity, con Alejandro Bolea a la cabeza: con él y sus compañeros, Juan Bolea reconoce que rejuvenece año tras año. 

Hubo un lleno casi total y los aplausos y resonaron. Eso sí, desde uno de los palcos, alguien dijo al oír a Lorenzo Silva: "Qué honesto parece este hombre. Y qué sensato". Al final y al cabo, más allá de sus 84 libros y los inéditos (cuatro novelas y algunos libros de poemas), dijo que para hacer buena literatura se necesita, también, humildad y pasión. Y él posee ambas cualidades desde hace más de treinta años.

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